De memorias históricas va el cuento
Hay un asunto estos días sin consenso
y ya es hora, o al menos eso pienso.
Se debate en el Congreso lo de la memoria histórica,
como si se arreglara cual encrucijada semafórica!
De acuerdo ke hay heridas ke nunca cicatrizan,
más aún cuando hay historias ke el vello erizan...
pero si no se kiere acabar de olvidar,
no es tiempo ya de empezar a perdonar?
Si hay familias con sus miembros divididos,
se puede hablar de vencedores y vencidos?
Por ké reclaman para los muertos dignidad,
si ni unos ni otros descansan con trankilidad?
Si como guerra civil tuvo dos orillas,
en ambos bandos se sembraron semillas
de odio y rencor, ke aun hoy consiguen brotar
y hasta a los más jóvenes llegan a enganchar!
Jóvenes ke todo lo ke saben de la guerra
es lo ke subjetivamente cuentan sus familiares,
fueran campesinos, sin ideología o militares,
y ke en todos coincide una historia perra.
Jóvenes ke se dejan fácilmente embaucar
por cualkier historia ke les vienen a contar
y ke sin la guerra, por suerte, haber vivido
acaban teniendo -ké fuerte!- un odio reprimido.
Les keda una extraña pero agradable sensación
de ke hay una cuenta pendiente
ke la Historia de los libros miente
y ke sólo ellos pueden ofrecer una rebelde redención!
Resulta a mi parecer un tanto vergonzoso
por no decir, incluso, hasta un punto escabroso,
ver a insulsos kinceañeros hacer amplia ostentación
de símbolos republicanos o frankistas con devoción.
No estoy en contra ni mucho menos a favor
de la Ley de la Memoria Histórica
pero, ke se dejen todos de retórica,
porke reanimar odios pasados, da pavor!
Dejemos descansar en paz a los desaparecidos y muertos
fueran buenos, malos, vencidos o vencedores
ke cada uno, de corazón, le rinda sus honores
y no provokemos ke se aviven viejos y oxidados entuertos.
Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
abrieron los toneles y los armarios,
destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.

Federico García Lorca
y ya es hora, o al menos eso pienso.
Se debate en el Congreso lo de la memoria histórica,
como si se arreglara cual encrucijada semafórica!
De acuerdo ke hay heridas ke nunca cicatrizan,
más aún cuando hay historias ke el vello erizan...
pero si no se kiere acabar de olvidar,
no es tiempo ya de empezar a perdonar?
Si hay familias con sus miembros divididos,
se puede hablar de vencedores y vencidos?
Por ké reclaman para los muertos dignidad,
si ni unos ni otros descansan con trankilidad?
Si como guerra civil tuvo dos orillas,
en ambos bandos se sembraron semillas
de odio y rencor, ke aun hoy consiguen brotar
y hasta a los más jóvenes llegan a enganchar!
Jóvenes ke todo lo ke saben de la guerra
es lo ke subjetivamente cuentan sus familiares,
fueran campesinos, sin ideología o militares,
y ke en todos coincide una historia perra.
Jóvenes ke se dejan fácilmente embaucar
por cualkier historia ke les vienen a contar
y ke sin la guerra, por suerte, haber vivido
acaban teniendo -ké fuerte!- un odio reprimido.
Les keda una extraña pero agradable sensación
de ke hay una cuenta pendiente
ke la Historia de los libros miente
y ke sólo ellos pueden ofrecer una rebelde redención!
Resulta a mi parecer un tanto vergonzoso
por no decir, incluso, hasta un punto escabroso,
ver a insulsos kinceañeros hacer amplia ostentación
de símbolos republicanos o frankistas con devoción.
No estoy en contra ni mucho menos a favor
de la Ley de la Memoria Histórica
pero, ke se dejen todos de retórica,
porke reanimar odios pasados, da pavor!
Dejemos descansar en paz a los desaparecidos y muertos
fueran buenos, malos, vencidos o vencedores
ke cada uno, de corazón, le rinda sus honores
y no provokemos ke se aviven viejos y oxidados entuertos.
Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,
abrieron los toneles y los armarios,
destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron.
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.

Federico García Lorca
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